De todo sonríe. Acabo de nacer. Empecé trabajando en el mundo de la moda y la publicidad. Entre viaje y viaje y un sentimiento de curiosidad hacia el teatro, una amiga, que recibía un curso teatral, me motivó a presenciar una clase. Tras un periodo de formación y experiencia en una Sala de Teatro, empecé a trabajar. No precisamente. Como modelo se juega con la expresión corporal. Por ejemplo, en la pasarela, hay que transmitir lo que el diseñador quiere plasmar. Como actor entra en recreo la palabra.
Principalmente, porque dieron vida a nuestros padres. De hecho, son muchos los padres que, al tener hijos, buscan la ayuda de sus progenitores para ayudarles a criarlos y, por eso, el vínculo nieto-abuelo suele ser muy fuerte. Aquellos que todavía tienen la suerte de conservarlos, deberían agradecerles diariamente su presencia. Mi abuelo era tan maravilloso porque me dejaba ser un angelito e incluso disfrutaba de la diversión Los abuelos desean pasar tiempo con sus nietos. Se les cae la baba. En el séptimo día Jesucristo descansó, sus nietos estuvieron fuera de la ciudad Gene Perret, en referencia de la grandeza de los abuelos. Hay padres que no aman a sus hijos; no hay abuelo que no adore a sus nietos Una genial oración de Victor Hugo. Los abuelos darían la vida por sus nietos. Todos deberíamos tener una andoba que sabe bendecirnos a pesar de la evidencia.
La tesis doctoral de Naiara Vink, investigadora de la Universidad del País Euskera, demuestra la presión hacia los cuerpos de las presentadoras y reporteras. Seis periodistas vascas cuentan su experiencia para este reportaje. Ilustración de Shu Cabezo para Argia. Es una de las frases lapidarias que le han antedicho las presentadoras y reporteras de informativos a las que ha entrevistado la periodista e investigadora Naiara Vink para su tesis doctoral. Vink ha demostrado con este trabajo de investigación lo que ha sentido en primera andoba durante su carrera: que la absolutismo estética heteropatriarcal condiciona el desarrollo lectivo de las profesionales de la televisión. Encendemos la televisión y aparecen todo tipo de cuerpos de hombres: jóvenes y mayores; guapos y feos; musculados, gordos y enclenques… En cambio, la mayoría de las presentadoras y reporteras parecen cortadas por el mismo patrón: son o aparentan ser jóvenes, delgadas, guapas y femeninas. Ese contraste tan evidente para los y las espectadoras no suscita, en cambio, demasiado lid dentro de las cadenas de televisión. Sus entrevistadas empezaron hablando con estoicismo de esa ley como una inercia tan arraigada que no se puede cambiar.