Estamos en un reservado como capo-mafias forasteros que miran todo con recelo, mientras las chicas olisquean en pelotas a nuestro alrededor, viendo si captan el inconfundible aroma del dinero. Adelante, una negra musculosa y una rubia que es el show de la silicona, mientras se liberan de sus vestimentas, luchan por la exclusividad de un caño que llega hasta el techo del establecimiento. Estoy en las nubes. Y, finalmente, recuerdo por qué estoy aquí.
Por esa forma genial de ver el cada día y lo que hay en él, y por ser tan pero tan buen hombre. Jaja Me reía y, la verdad, tenías amovible yo era medio cag…. Estabas bendito y nosotros también, eras parte de nuestra familia, de mi historia. Te regalo todos los helicópteros que pasan por el cielo de la balcón. Te quiero, Walter.